La crisis arancelaria rompe la hoja de ruta de Sánchez
Aunque la economía española sigue creciendo, nadie olvida en la Moncloa el fantasma del final de Zapatero
El Gobierno aleja la posibilidad de una recesión, pero apuesta por intensificar la relación con China por si acaso
El presidente vuelve del gigante asiático bajo la lupa de Trump y con acuerdos menores

«Una pandemia, un volcán, una guerra en Ucrania… hemos gobernado con el viento en contra, imaginad lo que podremos hacer cuando el viento sople a favor». Palabra arriba o abajo, es lo que Pedro Sánchez repitió incansablemente, mitin tras mitin, durante la última campaña electoral que protagonizó, la de julio de 2023, después de la cual logro seguir en la Moncloa, previo pago del peaje de la amnistía a Carles Puigdemont. Además de lo que tenían de reclamo electoral, sus palabras reflejan el hondo convencimiento que anidaba en su equipo hasta hace bien poco sobre las posibilidades que se le abrían al Gobierno en un escenario más favorable que el vivido, por ejemplo, con la crisis inflacionaria fruto de la contienda ucraniana. Aquel que obligó a aprobar varios decretos con ayudas para la población, algunas de las cuales, como las que afectan al transporte público, se mantienen aún hoy.
Pero lo que ya se conoce como el 'arancelazo' de Donald Trump, anunciado el pasado día 2 por el presidente de Estados Unidos, con tarifas de hasta el veinte por ciento a los países de la Unión Europea (UE), supone una severa piedra en el camino de ese cuento de la lechera, como ya se admite 'sotto voce' en la Moncloa, Ferraz y demás centros del poder socialista.
Más aún, es algo que trae a la memoria colectiva del PSOE el peor de los recuerdos contemporáneos para esta formación, el de la gran recesión de 2008 que terminó por llevarse por delante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. La falta de reflejos del expresidente –hoy una persona de gran ascendente e influencia en la Moncloa tras haber sido enemigo interno de Sánchez cuando apoyó a Susana Díaz en 2017–, que le llevó a negar hasta la extenuación incluso la palabra 'crisis', cuando esta ya era más que perceptible para los ciudadanos, provocó una debacle electoral sin precedentes del partido en 2011. Hasta el punto de que el propio Zapatero se vio obligado a retirarse voluntariamente de la futura carrera electoral, aunque ni siquiera ese gesto logró frenar, con el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato, la mayoría absoluta del Partido Popular (PP) con la que Mariano Rajoy llegó al Ejecutivo.
El optimismo más hiperbólico del líder del PSOE en aquellos años, como cuando situó a la economía española en la «Champions League» de las de toda la UE, ha sido después objeto no solo de crítica política, sino de abierta chanza. En 2019, la comedia 'Lo dejo cuando quiera', del director Carlos Therón, que relata las peripecias de unos amigos que se habían quedado en paro como consecuencia de la crisis de la primera década del siglo, recogía esas palabras de Zapatero del archivo televisivo, justo antes de la caída en desgracia de los protagonistas de la cinta. Por eso, determinadas analogías empleadas por Sánchez recientemente sobre una economía, la española, que hoy por hoy se mantiene en tasas de crecimiento, pueden hacer activar las peores alarmas en la psique socialista. «La economía va como un cohete», ha llegado a decir el presidente, con una expresión que podría ser carne de hemeroteca.
Tercera visita a Pekín
De momento, tanto el presidente del Gobierno como su ministro de Economía, Carlos Cuerpo, una figura que sigue ganando peso político en el Gabinete a raíz de la negociación del primer decreto de ayudas a los sectores más afectados por los aranceles, han alejado en público el elefante en la habitación de una posible recesión mundial, como consecuencia de la crisis arancelaria, de la que no se libraría España. Pero ese fantasma sobrevuela la Moncloa, que apuesta por intensificar la relación con China y Vietnam como manera de diversificar mercado para las exportaciones españolas, como quedó de manifiesto en la gira de esta semana de Sánchez por esos dos países asiáticos, con su tercera visita a Pekín en dos años.
Sin embargo, y como explica la gráfica metáfora de la manta corta, que puede tapar los pies o la cabeza, pero no las dos cosas a la vez, el acercamiento a Xi Jinping tiene también contraindicaciones, como dejó de manifiesto el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, cuando advirtió a España de que esa alianza es como «cortarte el propio pescuezo».
Claves
Incertidumbre global
La política de aranceles de Donald Trump, suspendida durante noventa días en lo tocante a la Unión Europea, tiene un recorrido y unas consecuencias inciertas. España está en crecimiento, pero el presidente de Estados Unidos ya ha hecho temblar los mercados.
Presencia en Asia
Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, han negado que se vaya a producir una recesión en España, pero por ahora han optado por intensificar la presencia en Asia para explorar nuevos lazos comerciales. El Ejecutivo mira a China especialmente, pese a los recelos que esto despierta en Estados Unidos.
Recuerdo de Grecia
En el PSOE son conscientes de que la anterior crisis económica, la financiera del 2008, se llevó por delante a los socialdemócratas griegos, el Pasok, y aupó a la izquierda radical. Aquí en España, eso sí, el momento de Podemos es mucho menos halagüeño que en 2014, cuando la ola de los nuevos partidos metió miedo en el cuerpo a las formaciones tradicionales.
El PSOE de Sánchez –que llegó a la Secretaría General de su formación por primera vez en 2014, apenas tres años después de la caída de Zapatero y tras el breve interludio de Rubalcaba como jefe en Ferraz– es en buena medida un partido reconstruido y renovado generacionalmente desde esas cenizas. Los socialistas que están ahora al mando vieron silbar muy cerca hace apenas una década las balas de la 'pasokización', un término tan íntimamente asumido que muchos lo verbalizan aún hoy en sus intervenciones públicas.
El Pasok, la referencia socialdemócrata en Grecia que durante muchos años tuvo la hegemonía de la izquierda helena y gobernó en varias ocasiones el país, se vio fulminantemente desplazado en su espacio político por Syriza, la coalición de la izquierda radical que llevó a Alexis Tsipras a convertirse en el primer ministro de aquel país, después de una campaña en la que uno de sus invitados en un imponente mitin en la plaza Sintagma de Atenas fue el ínclito Pablo Iglesias, a la sazón primer líder de un Podemos muy pujante electoralmente. Una circunstancia que explica el giro a la izquierda de Sánchez y su rechazo tajante a facilitar, siquiera con una abstención, el Gobierno de Mariano Rajoy en 2016, cuando España se abocaba al abismo de unas terceras elecciones consecutivas ante el inédito bloqueo institucional vivido tras los comicios de diciembre de 2015.
Podemos pierde fuelle
Por aquel entonces, y volviendo a la caída en desgracia de Zapatero, la retórica de Podemos ponía en la diana muchas de sus políticas, sobre todo los draconianos recortes del año 2011 en materia económica, pensiones incluidas, y la reforma pactada con el PP ese mismo año del artículo 135 de la Constitución, para incluir la estabilidad presupuestaria como un principio recogido expresamente en la Carta Magna. El 135 fue todo un 'casus belli' del primer Podemos, pese a que luego ese partido ha cultivado una gran sintonía política con Zapatero, aunque más por la coincidencia en otras cuestiones, sobre todo las referentes a Latinoamérica.
Frentes abiertos
Begoña Gómez, la esposa investigada

Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está investigada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
David Sánchez, 'el Hermanísimo'

David Sánchez, el hermano del jefe del Ejecutivo, está imputado por malversación y prevaricación, entre otros delitos.
José Luis ábalos, antiguo hombre fuerte

El exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE, también está investigado por su rol en el caso Koldo.
Carles Puigdemont, aún a la espera

El 'expresident' Carles Puigdemont, prófugo y clave para Sánchez, sigue a la espera de su amnistía. El Supremo lo rechaza en la malversación.
Naturalmente, no todos los paralelismos se pueden trazar con facilidad. Primero, está por ver el alcance final de la crisis arancelaria y su eventual impacto en el futuro de un Gobierno que ya hace tiempo que rompió el tabú de proclamar, aun veladamente, que pretende agotar la legislatura incluso sin aprobar nuevos presupuestos, prorrogados como están desde el electoral año 2023. Segundo, como dejan de manifiesto los últimos acontecimientos, la situación del espacio a la izquierda no solo es radicalmente distinta y distante del Podemos que llegó a obtener el veinte por ciento de los votos, sino que aparece más bien tan en declive como fragmentada, con la formación morada cada vez más autónoma y separada del resto de siglas, como Sumar, Izquierda Unida (IU) y Más Madrid. Y tercero, y en eso confía mucho Sánchez, tanto como lo hizo en la pandemia, la respuesta europea puede ser mucho más unitaria y mancomunada que la de la crisis de 2008. Pero el 'arancelazo' tiene pocos precedentes como elemento disruptivo y todo puede pasar. Incluso que al PSOE se le aparezcan los peores fantasmas del pasado.
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